viernes, 17 de diciembre de 2010

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA SEGURIDAD PRIVADA

(del libro “Gestión de Riesgos y Seguridad Integral de Empresas” del mismo autor)


Al cumplir más de dos décadas desarrollando docencia sobre la materia, todavía nos encontramos tratando de explicarle a nuestros alumnos el por qué en Chile hay que referirse a la Seguridad y, separadamente, a la Prevención de Riesgos. Un destacado y antiguo Experto Profesional en Prevención de Riesgos recurría al buen humor y explicaba que existían dos tipos de seguridad, la de los balazos, en referencia al Security, y la de los costalazos, respecto al Safety.
Para los anglosajones “Security” y “Safety” son términos inequívocos, pero su utilización en el medio nacional como Seguridad y Prevención de Riesgos, nos lleva a elaborar conceptos y definiciones basados en una separación ficticia y a caer entre otros en el contrasentido de definir a veces la Seguridad como Prevención de Riesgos, o a utilizar términos tales como Seguridad, Prevención, Vigilancia y Protección, sin que se pueda precisar una adecuada jerarquización o diferenciación clara respecto a cada uno de ellos.
En los Estados Unidos de Norteamérica, junto al Safety, se habla de Prevención de Accidentes, Prevención de Enfermedades o Prevención de Incendios; mientras que en otros países latinoamericanos, para referirse al Safety podemos encontrar que se hace referencia a Seguridad Industrial, Salud Ocupacional, Salud e Higiene del Trabajo u otros términos que pueden resultar más objetivos, ya que el término Riesgo, que es común a todos ellos, no pasa a ser un patrimonio de una actividad de las muchas que existen y que se refieren a él.
El Safety y su desarrollo
El tema de los accidentes laborales, tan propio de las condiciones sociales existentes antes, durante y después de la Revolución Industrial, llevó a que se desarrollara una progresiva investigación acerca de esta problemática, que derivó en un enfoque que recorrió transversalmente el plano de la legislación laboral, la prevención y la salud e higiene industrial y, posteriormente, ambiental, retroalimentando las ciencias, la tecnología y la medicina, por mencionar algunos de sus efectos, e incidiendo en los objetivos perseguidos por los Estados y sus organizaciones políticas, profesionales, entre ellas la medicina, académicas, sindicales y de asistencia social, por mencionar algunas.
El siglo antepasado fue testigo de una tremenda evolución en los conceptos del Safety, que partió desde los infamantes talleres del sudor de principios de ese siglo, pasando por un tratamiento de la seguridad como una prevención estricta de lesiones, hasta llegar al Control de Pérdidas como una responsabilidad integral de la gerencia.
Las décadas de los años 40, 50 y 60 estuvieron marcadas por avances significativos en la evolución del Safety como un sistema de administración profesional. Las publicaciones de la época comenzaron a enfatizar el concepto de la administración en la seguridad, el enfoque de sistemas para la prevención y control de los accidentes, y el profesionalismo de quienes estaban llamados a administrarla.
El énfasis se amplió a partir de un enfoque ingenieril hasta llegar a un enfoque administrativo; los especialistas en Safety ascendieron desde el puesto de inspectores hasta el de directores; y se lograron beneficios que se derivaban de este enfoque gerencial, el cual integró la seguridad, la calidad, la producción y el control de costos.
Es la década de los 60 del siglo pasado, aquella que se muestra más fértil en términos de investigación, innovación y avance en materia de Safety, con la incorporación de los conceptos de Control de Daños, Control de Pérdidas y Administración de Seguridad. Posteriormente, en la década de los 70, irrumpe fuertemente el concepto de Administración de Riesgos. El enfoque de Calidad Total aplicado a la gestión empresarial, llevó más recientemente a hablar de su equivalente: la Administración de Seguridad Total.
Security
Siempre ha existido. Es parte de la naturaleza humana y está intrínsecamente ligada al instinto de supervivencia, y a la existencia del dominio y propiedad, tanto individual como colectivo. Dicho de otra forma, es tan propia del ser humano que éste, ya sea en épocas pretéritas y basado en sus instintos y destrezas naturales, y más tarde agregando método, medios y tecnología, no ha tenido mucho que pensar para aplicarla: surge naturalmente.
Probablemente por lo mismo, ya en los tiempos modernos, no han existido grandes pensadores y agentes de cambio del desarrollo de la Security a nivel empresarial, como los ha tenido el Safety, excepto en ciertos rubros especializados, en un plano local, obedeciendo más bien a los intereses de empresarios y fabricantes, como por ejemplo el desarrollo de las bóvedas y cajas fuerte, de las alarmas y toda la tecnología aplicada, o el transporte de valores.
Excepción de lo anterior es el caso de las instituciones castrenses y policiales, las cuales han incorporado de siempre todo un marco teórico y procedimental sobre esta materia, como parte de los objetivos que les son propios, con publicaciones y manuales que cubren una amplia gama de conocimientos, materias y aplicaciones. De hecho, buena parte de los conocimientos manejados por los especialistas en Security provienen de los textos sobre Seguridad Militar, lo que, dicho sea de paso, también ha tenido en los comienzos su lado negativo, ya que muchas veces se ha pretendido exportar ciertos criterios de la Seguridad Militar para manejar la problemática de Seguridad Privada, cosa que afortunadamente ya es cada vez menos frecuente.
Sin perjuicio de lo anterior, Fallol, en el año 1916, en su libro titulado Administration industrielle et générale introduce y crea el concepto y la función de la seguridad en la empresa industrial de la época, cuando hace una descripción de todas las tareas de una entidad organizada y propone la figura de un Director de Seguridad, asignándole la misión de salvaguardar los bienes y personas de la empresa industrial. Sin embargo, este enfoque no fructifica y desaparece, volviendo a mediados de la década de los cincuenta y con gran fuerza en Norteamérica, dado el grado de avance industrial y tecnológico de esta potencia.



La Seguridad y los Seguros



Una visión histórica moderna del origen y desarrollo de la Security, en la forma en que la concebimos hoy en día, nos indica que su auge como actividad privada empresarial surge como consecuencia de la evolución de los seguros, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial.
Al principio, los seguros cubrían los daños laborales y algunos de sus efectos indirectos; existían también las clásicas pólizas de robo y de incendio. Desde 1946 hasta la década de 1960 siguió sin evolucionar la Security, dado que los países se centraban principalmente en reconvertir sus procesos productivos que venían de una economía de guerra y requerían adaptación a las condiciones internacionales e internas producidas por la Guerra Fría. Estados y empresas estaban preocupados de otras prioridades.
Con el resurgir económico de la década de los sesenta, aparecieron los grandes complejos industriales, la utilización de la energía nuclear para fines pacíficos, los materiales plásticos, etc. Este desarrollo aumentó las probabilidades de sufrir grandes daños en las empresas con consecuencias catastróficas en el entorno.
Como consecuencia, los seguros subieron las primas y éstas ya no cubrieron el valor total de los siniestros, lo que llevó a los empresarios a buscar el mecanismo que los ayudara a reducir el riesgo y al mismo tiempo a disminuir el costo de contratación de las pólizas de seguro. Así se crearon las condiciones para la aparición de las organizaciones de la Security al interior de las empresas y el consiguiente desarrollo de esta actividad.
Safety y Security en Chile
En nuestro país, con la dictación en el año 1968 de la Ley No. 16744 sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, y sus posteriores modificaciones y complementaciones, se estableció una fuerte dinámica en torno al Safety, contribuyendo al desarrollo de la actividad de la prevención de accidentes, como también las visiones más modernas ya mencionadas, impactando no sólo el campo legal y laboral, sino también el profesional, académico y sindical. No podría lo anterior haber sido de otra forma, si se considera la incidencia que tienen en la gestión de las empresas los mayores costos que se les pueden aplicar por ley, derivados de las mayores tasas de accidentabilidad.

Es así que el problema de la prevención y control de los accidentes y enfermedades profesionales, ha generado una industria privada de prestaciones de servicios asociada a la administración de dicha ley, la cual mueve altísimas sumas de dinero las cuales financian un sistema de asistencia social laboral ya antiguo y exitoso, quizás uno de los mejor logrados por el Estado de Chile.
Lo anterior queda reflejado en las siguientes cifras entregadas por la Asociación Chilena de Seguridad ACHS, según las cuales el monto total de las cotizaciones recibidas por las tres grandes mutuales existentes en nuestro país (ACHS, Mutual de Seguridad e IST) y el INP, durante el año 2003 ascendió a la suma de 400 millones de dólares, equivalente al 100 % de la masa de trabajadores que cotiza en el sistema. .
En cuanto a la Security, y su materialización concreta en la actividad de la Seguridad Privada, no ha ocurrido lo mismo. En lo legal, la dictación del Decreto Ley No. 3607 en el año 1981, y sus diversas modificaciones y complementaciones posteriores, introdujo al menos una obligatoriedad en orden a que determinados tipos de empresas debían contar con sus propios mecanismos privados de prevención frente al delito y otras contingencias. Por otra parte, el desarrollo económico del país también ha obligado al empresariado, a regañadientes, a incorporar sistemas de seguridad para disuadir, prevenir y controlar determinadas amenazas.
Sin embargo, no existe una ley que reúna, por una parte, todos estos cuerpos legales dispersos y que, por otra, desde una perspectiva superior, relacione adecuadamente el trinomio Seguridad Pública - Seguridad Privada - Empresa, en términos de una mayor responsabilidad y participación, particularmente de esta última, frente al accionar delictual.
Se tiene así que los usuarios de la Seguridad Privada, específicamente las instituciones y empresas, demuestran en la mayoría de los casos su poca disposición a invertir recursos en ella, con una visión y accionar de carácter más bien reactivo y muy proclive a descansar en el marco brindado por la Seguridad Pública.
En todo caso, justo es decirlo, el escenario descrito anteriormente también se ve influenciado por la existencia de tasas delictuales comparativamente menores a las de otros países, y por una policía eficaz y que no muestra señales de corrupción estructural e institucionalizada.
Podemos decir en consecuencia que existe una legalidad en Seguridad Privada, la cual está muy lejos de ejercer una coerción económica sobre los usuarios instituciones y empresas, como es el caso del Safety, situación que lógicamente no ha contribuido al desarrollo de la actividad en la forma que nos hubiera gustado a los profesionales que estamos en ella.
Algunos puntos de contacto entre Security y Safety
Si pudiéramos establecer el momento en que se produce una primera aproximación entre ambas actividades, esto ocurre con la introducción del concepto de Daño, pero, como veremos más adelante, no fue suficiente.
En el año 1961, se publicó el libro Control de Daños: Un Nuevo Horizonte en la Prevención de Accidentes y posteriormente, en 1966, el libro Damage Control (Control de Daños), el cual se basó en la aplicación exitosa de este enfoque en la Lukens Steel Company. En estas publicaciones se incluyó un enfoque totalmente nuevo de la seguridad de las instalaciones, en que se ponía el énfasis en todos los accidentes y no solamente en aquellos que daban como resultado una lesión; utilizando terminología moderna, incluía todos los incidentes.
La definición de Seguridad (Safety) evolucionó desde un concepto de libre de accidentes hasta el de control de las pérdidas accidentales. Se hacía referencia a la reducción de costos, a la calidad del producto y a la moral de los trabajadores, y más adelante a la productividad.
Las definiciones de accidente incorporaron los daños a la propiedad, lo que fue entonces de gran importancia si se considera los crecientes costos que empezaban a experimentarse por concepto de reparación y reemplazo de máquinas, herramientas, materiales e instalaciones dañadas.
Para los efectos de nuestro estudio, al incorporar el concepto de Daño y su relación con la propiedad, es decir la seguridad de las instalaciones, en la práctica englobó bajo un solo concepto de Seguridad todos los bienes susceptibles de recibir daño y, en este sentido, resulta esclarecedora la definición de daño entregada por la Real Academia Española, donde el término se aplica por igual medida a las personas y a las cosas o bienes. Sin embargo, no hubo referencia en cuanto a los factores causales, es decir no se diferenciaron los daños producto de accidentes, de aquellos generados por la acción dolosa de personas o organizaciones delictuales, con lo cual Safety y Security siguieron sendas diferentes.
En 1967, en la localidad de Naples, Estado de Florida, Frank E. Bird Jr. dictó el primer curso sobre Control Total de Pérdidas y, a partir de esa fecha y de la mano con Bird, todo lo existente pareció dar un viraje hacia esta disciplina. Tenemos así que en 1968 este perfil es introducido en el negocio de los seguros en Norteamérica y, ya en 1974, se funda el Instituto Internacional de Control de Pérdidas (International Loss Control Institute ILCI) y se edita la Guía de la Gerencia para el Control de Pérdidas, marcando con este libro un verdadero hito que impactó todos los niveles de la empresa norteamericana, particularmente la dirección.
¿En qué consistió esta verdadera revolución? En la aplicación del concepto de Control Administrativo, es decir un énfasis en las deficiencias de la administración como factor causal de los accidentes y pérdidas. Uno de los principales aspectos en este sistema fue la concientización del nivel de dirección, respecto a la importancia de las pérdidas y los costos económicos que éstas representan para la propia empresa, desde los accidentes del personal a los despilfarros de materiales o productos, por ejemplo, y sus consecuencias.
Dicho de otra forma, el Control de Pérdidas tuvo por objetivo conseguir la eliminación de todas las pérdidas que se producen en la empresa. En la palabra pérdidas se incluyeron no solo las lesiones a las personas, sino también los daños a todos los bienes de la empresa, tales como las instalaciones, productos, mercaderías, maquinaria, etc.
Se enfatizó el diagnóstico e identificación de los riesgos, entendidos estos como las causas de las pérdidas, el análisis de los siniestros y las medidas necesarias para su prevención y protección. Para ello se utilizaron sistemas estadísticos, se aplicaron los índices de frecuencia, gravedad y peligrosidad, y se hizo hincapié en analizar básicamente los accidentes de trabajo, tuvieran o no lesiones.
Una vez analizados estos datos, se buscó llegar al establecimiento de objetivos, con las normas correspondientes para alcanzarlos. Después vino la medición y comprobación de los resultados y, finalmente, la corrección de las actuaciones para mejorar los resultados buscados.
Es pertinente agregar que las técnicas del Control de Pérdidas son muy similares a las utilizadas por el Risk Management, al cual nos referiremos más adelante, con el agregado que este último considera adicionalmente otros riesgos, como las pérdidas producto de daños a la imagen corporativa.
En las décadas de los 80 y 90, aparecieron nuevos e interesantes enfoques. A la Administración de Riesgos se agregaron técnicas complementarias de mayor especialización, como es el caso de la Prevención de Pérdidas o Loss Prevention, y de la Prevención del Delito o Crime Prevention, la primera de intenso empleo en la industria del retail y la segunda mayormente empleada en materias de seguridad ciudadana.
Seguridad Integral y Administración de Seguridad
Estos dos términos son empleados intensamente en Security.

¿Qué es lo que se pretende decir con el concepto de Seguridad Integral? ¿Una Seguridad Global, o sea que alcanza a todos los ámbitos de la empresa? ¿O va por el lado de las amenazas o riesgos que pueden afectar a determinados bienes, es decir algo así como Security y Safety integrados? ¿O bien se trata de una visión y responsabilidad que es ejercida por todos los integrantes de la organización? Bien, Seguridad Integral es todo lo anterior, pero fundamentalmente es el mismo concepto de Control de Pérdidas en la boca de un profesional de la Security.
Consideremos la definición de Administración, en el sentido más amplio del término, cual es el eficiente empleo de los recursos disponibles. Consecuentemente, referirse a Administración de Seguridad no es otra cosa que el eficiente empleo de los recursos propios de esta última y la única forma de hacerlo es desde una visión global y que comprometa a toda la organización, es decir integral.
Como existe y se usa el término Security Management, incluso hay una excelente revista profesional con ese nombre, deberemos inferir por simple traducción que es un sinónimo de la Administración de Seguridad.

LAS COMPAÑÍAS PRIVADAS DE SEGURIDAD:UN DILEMA PARA LAS OPERACIONES MILITARES FUTURAS

Por José Luis Calvo Albero
(José Luis Calvo Albero es Teniente Coronel del Ejército Español. La fuente original de este artículo es la "Revista del Ejercito Español" numero 777 de diciembre de 2005)
En la última década el sector de la seguridad privada ha alcanzado una notable expansión, e incluso ha llegado a influir en determinadas operaciones militares. Las opiniones sobre la
naturaleza de estas empresas y el papel que pueden desempeñar en un conflicto armado están todavía muy divididas. Por un lado resulta inevitable su ¿asociación con los mercenarios clásicos, con toda su carga negativa. Por otro, representan un instrumento que se ha demostrado muy útil, y hasta indispensable, en la gestión y resolución de determinados conflictos, aunque se han sufrido también experiencias menos positivas en otros.

En cualquier caso, el fenómeno de la seguridad privada sigue en auge, y la presencia de este tipo de organizaciones resulta cada vez más frecuente en escenarios de conflicto, en los que pueden convertirse en apoyos o competidores de los ejércitos regulares, o quizá incluso en adversarios en un futuro. Por eso se hace preciso un estudio de sus verdaderas capacidades, y de la experiencia de su utilización en los últimos conflictos bélicos.
LA NATURALEZA DE LAS EMPRESAS DE SEGURIDAD
Frecuentemente se despacha a las empresas privadas de seguridad con un calificativo muy simple: mercenarios. Pero la realidad suele ser bastante más compleja. 

En primer lugar, la inmensa mayoría de estas empresas incumplen una de las premisas básicas del mercenario ya que su personal no participa en combates directos. La labor más común suele ser la de asesoramiento y asistencia militar y, cuando asumen la seguridad física de personas o instalaciones, solo utilizan la violencia en caso de ataque directo contra aquello que protegen.
En segundo lugar las actividades que desarrollan estas compañías son normemente variadas, y muchas de ellas muy alejadas de los típicos cometidos de los mercenarios. Entre ellas puede encontrarse, aparte de los ya mencionados, el apoyo logístico; la gestión de contratos de armamento; el asesoramiento sobre riesgos a gobiernos, empresas y organizaciones internacionales; la inteligencia; el desminado; el asesoramiento, y adiestramiento en la autoprotección de miembros de ONG en zonas de conflicto, etc.
También es cierto que algunas empresas privadas de seguridad han sido meras agencias de contratación de mercenarios y tráfico ilegal de armas, pero el sector se defiende alegando que esto se ha producido en contadas ocasiones. En cualquier caso la contratación de mercenarios está penada en la mayoría de los Estados, por lo que resulta difícil la actuación abierta de empresas que se dediquen a ello, aunque argucias relacionadas con la subcontratación y la creación de compañías subsidiarias permite eludir en ocasiones la persecución legal.
Pero, pese a que resulte difícil calificar a la inmensa mayoría de las empresas de seguridad como mercenarios, lo cierto es que el papel que desempeñan en los conflictos armados viene a ser muy similar al que ejercían los mercenarios clásicos. La reducción generalizada de los ejércitos, incluso de los más poderosos; la extensión de cierto caos político en gran parte del mundo, y las facilidades que proporciona la globalización para el movimiento de personas, capitales y bienes han hecho inevitable que el hueco que ocupaban los mercenarios en los conflictos armados vuelva a aparecer, adaptado a las eculiaridades legales de la época actual.
LA EXPERIENCIA
Las empresas privadas de seguridad han tomado parte en numerosos conflictos durante los años noventa del pasado siglo, y en la presente década. Su actividad se ha popularizado últimamente debido al empleo masivo, apoyado desde el poder político, que ha hecho de ellas EE.UU especialmente en Iraq y Afganistán. Pero los ejemplos en los que las compañías de seguridad han desarrollado un papel más decisivo son menos conocidos. Habitualmente se cita a Sierra Leona y Croacia.
En Sierra Leona la intervención de la compañía sudafricana Executive Outcomes (EO) se ha convertido en un clásico a la hora de señalar las posibilidades de las empresas privadas para resolver un conflicto con bajo coste y razonable eficacia.
EO fue fundada en los años ochenta y, desde su aparición, fue una versión renovada de los clásicos grupos mercenarios en África, representando el lado más agresivo, y también más oscuro, de las compañías privadas de seguridad. A principios de los noventa consiguió un contrato del gobierno angoleño para la protección de instalaciones petrolíferas contra los ataques de los rebeldes de UNITA. Su éxito en esta misión les granjeó un notable prestigio que probablemente influyó en que fueran contratados, en 1995, por la Junta Militar de Sierra Leona, agobiada por el avance de las fuerzas rebeldes del RUF (FrenteRevolucionario Unido) hacia la capital, Freetown.
Sobre este contrato se han hecho numerosas especulaciones, siendo probable que influyeran en él las poderosas empresas mineras europeas, que veían como sus explotaciones de diamantes quedaban inutilizadas por la huida de los técnicos que las gestionaban. El apoyo, o quizá simplemente la conformidad, de algunos Estados europeos a la intervención de EO parece también bastante probable.
El caso es que el personal de EO consiguió un efecto arrollador en unos meses. Gestionando la compra de helicópteros ex-soviéticos MI-17 y MI-24, y proporcionando las tripulaciones, logró dotar de una enorme movilidad y potencia de fuego a las fuerzas gubernamentales. Los MI-24 barrieron columnas enteras del RUF en las cercanías de la capital y obligaron a los rebeldes a replegarse casi 100 Km hacia el interior del país. El equipamiento y adiestramiento de los guerreros tribales kaamajor les convirtió en una fuerza
capaz de enfrentarse al RUF en la jungla y, finalmente, una serie de incursiones de mercenarios sudafricanos lograron expulsar al RUF de la mayor parte de las zonas mineras. A finales de 1996 los rebeldes aceptaban conversaciones de paz.

Todo esto se consiguió con un contrato de 35 millones de dólares durante 21 meses. Nunca hubo más de 300 miembros de EO en Sierra Leona y solo 6 de ellos resultaron muertos en combate. Cuando la compañía dejó el país en 1997, se produjo un golpe de estado que reinició de nuevo la guerra civil. Se realizó un despliegue de observadores de la ONU (UNOMSIL) que costó 47 millones de dólares en 8 meses, y que tuvo que ser evacuado en su totalidad en 1999, cuando las fuerzas del RUF avanzaron de nuevo sobre la capital.
Evidentemente EO se mostró muy eficaz en su tarea, aunque muchos aspectos de su actuación fueron discutibles. Pero EO actuó en las condiciones ideales para que una compañía de seguridad privada pudiera demostrar su eficacia: una situación al borde del caos; un enemigo desorganizado y pobremente armado; grandes intereses económicos, y muy poca voluntad por parte de las potencias occidentales (entonces enzarzadas en la crisis bosnia) para desplegar fuerzas regulares en ese escenario. EO se demostró capaz, a un bajo coste, de solucionar un problema que los ejércitos regulares no podían afrontar en aquel momento.
Un caso muy diferente es el de la compañía norteamericana MPRI (Military Professional Resources Inc.). Surgida en el seno de las fuerzas armadas norteamericanas, e integrada fundamentalmente por militares en la reserva, MPRI actúa siempre en beneficio de los intereses de la política exterior de su país.
Su presidente es Carl Vuono, Jefe de Estado Mayor del Ejército entre 1987 y  993, y en su nómina hay más de 300 Generales en la reserva, aparte de un gran número de oficiales, suboficiales y técnicos civiles.
En 1994 MPRI obtuvo un contrato de asesoramiento y asistencia militar al ejército croata. Dos años antes este era poco más que una milicia mal armada y repetidamente humillada por las fuerzas serbocroatas de las Krajinas. El embargo internacional de armas sobre los beligerantes balcánicos daba además pocas opciones para reconstruir una fuerza creíble. Pero en mayo de 1995 las fuerzas croatas daban la sorpresa lanzando una rápida ofensiva con fuerzas mecanizadas que ocupó en 72 horas el enclave serbocroata de Eslavonia Occidental. Tres meses más tarde se lanzaba la mayor ofensiva mecanizada en Europa desde la II  Guerra Mundial, ocupando en cuatro días el territorio de las Krajinas, y aplastando fácilmente a los 25.000 soldados serbocroatas que lo guarnecían.

MPRI negó siempre tener algo que ver con estas operaciones, al menos de forma directa. Su contrato era simplemente para facilitar la transición hacia un ejército democrático. Pero sin su apoyo resulta casi inexplicable que el ejército croata fuese capaz de emprender ese tipo de ofensivas, organizando un complejo sistema de mando y control, y poniendo operativas una fuerza aérea de 50 MIG-21, y una considerable fuerza blindada de 300 carros.
Tras los acuerdos de Dayton, MPRI recibió un nuevo contrato para gestionar la reconstrucción del ejército de la Federación Bosnia. El programa de equipamiento incluyó la entrega de material militar norteamericano y el adiestramiento para su empleo y mantenimiento.

EO y MPRI representaron los polos opuestos del sector de la seguridad (EO fue disuelta en 1998 por el endurecimiento de las leyes sudafricanas contra la contrata de mercenarios). Por un lado, una empresa que ofrecía una versión actualizada y adaptada al mercado de los clásicos mercenarios, y por otro una compañía que era en realidad una prolongación del ejército regular de un Estado. Pero ambas se demostraron notablemente eficaces participando en la solución de crisis en las que resultaba poco atractivo empeñar fuerzas regulares.

En Iraq la labor de las compañías de seguridad ha sido menos espectacular, pese a que se las ha utilizado de forma masiva. De hecho, se confiaba en que gran parte de la fase de estabilización fuese liderada por diferentes compañías privadas, permitiendo mantener un contingente militar reducido sobre el terreno. 
Prácticamente todas las compañías del ámbito anglosajón lograron contratos en Iraq, que incluían desde el abastecimiento y manutención de las fuerzas norteamericanas hasta el mantenimiento de equipos, servicio de intérpretes, expertos en inteligencia, entrenamiento y equipamiento de las fuerzas iraquíes; protección de las instalaciones petrolíferas y seguridad a personas. Incluso el hombre inicialmente escogido para liderar la reconstrucción era el General retirado Jay Garner, presidente de SY Coleman Inc., una empresa relacionada con MPRI.
Frente a la dureza de la insurgencia que pronto se desarrolló en el país, las compañías de seguridad demostraron sus limitaciones. Muchos de sus empleados comenzaron a ser asesinados, heridos o secuestrados. Lógicamente esto encareció notablemente sus servicios con varios efectos negativos. Algunos programas de reconstrucción perdieron gran parte de su presupuesto inicial en gastos de seguridad; otros sencillamente no pudieron llevarse a cabo porque la previsión del gasto en seguridad era excesiva.

Las subcontratas locales se demostraron aún más vulnerables a los ataques de la insurgencia y su servicio se convirtió en inseguro. El transporte de abastecimientos, por ejemplo, recayó en gran parte en compañías jordanas, turcas y kuwaitíes, pero casi cada día algún empleado era asesinado o secuestrado.

En los momentos más álgidos de la actividad insurgente el abastecimiento de las fuerzas norteamericanas llegó a sufrir carencias, y el propio General Ricardo Sánchez reconoció que eso afectó a la capacidad ofensiva de sus fuerzas en la sangrienta primavera de 2004.

Algunas de las ventajas teóricas de las compañías privadas sobre los ejércitos regulares quedaron en entredicho, como la presunción de que las bajas de los empleados civiles tienen un impacto menor que las de los soldados. A finales de marzo de 2004, el asesinato de cuatro empleados de la empresa Blackwater en Faluya, y la vejación filmada de sus cadáveres, supuso un duro golpe para la opinión pública norteamericana, y forzó una apresurada ofensiva contra la ciudad rebelde que terminó de forma humillante por falta de preparación y efectivos. El secuestro y asesinato filmado de otros contratistas causó también un gran impacto público, e hizo subir de forma exorbitante los sueldos de los empleados de las empresas de seguridad, que se vieron forzadas a buscar nuevos aspirantes en países en desarrollo, dispuestos a arriesgar su vida por menores salarios.

CONCLUSIONES
Sierra Leona y Croacia son ejemplos de lo que las compañías privadas de seguridad pueden hacer, mientras que Iraq lo es de sus limitaciones. En los dos primeros casos estas empresas se utilizaron como una alternativa al despliegue de fuerzas regulares en escenarios complejos, en los que la intervención directa tenía un fuerte coste político y de opinión pública. 
En ambos casos, además, era fácil invertir el equilibrio de fuerzas en el conflicto, en Sierra Leona porque el RUF era poco más que bandas de adolescentes bajo los efectos de drogas diversas, y en Croacia porque las milicias serbias estaban aisladas, divididas y saturadas por el combate contra múltiples adversarios.
En estas situaciones las empresas privadas constituyen un útil instrumento en manos de los gobiernos, y probablemente esta es la razón por la que se tolera a las más agresivas como EO y Sandline, y se potencia a las más fieles a las políticas gubernamentales como MPRI.

Iraq era también un escenario complejo, con fuertes problemas para el despliegue de un gran número de efectivos regulares. La magnitud de la tarea hacía este despliegue inevitable en una primera fase, pero después se intentó la sustitución parcial de las fuerzas armadas por compañías privadas. La existencia de un adversario duro, fanático y bien organizado dio al traste con todas las expectativas. Las empresas privadas se mueven, después de todo, por la expectativa de beneficios y, si esta se pierde, sencillamente no pueden actuar. La gran ventaja de los ejércitos regulares es que son capaces de combatir en condiciones en las que una empresa privada se declararía en ruina.
El dilema sobre el empleo de compañías privadas en las operaciones futuras se mantiene abierto. En algunos casos esta externalización, como habitualmente se la denomina, es inevitable. Por ejemplo en el mantenimiento de sistemas de armas y equipos complejos y en otras tareas logísticas.
Actualmente las fuerzas armadas norteamericanas confían a estas empresas el mantenimiento de sus sistemas más avanzados, incluyendo los bombarderos estratégicos B-2. No hacerlo implicaría unos gastos inasumibles en la formación de personal técnico. En el campo de la protección de instalaciones, la seguridad de personas y la asistencia militar, su utilización, siempre que se regule adecuadamente, puede ser muy valiosa, ya que resulta difícil disponer de efectivos militares o policiales para atender a todas estas tareas.
Pero en la intervención directa en tareas directamente relacionadas con el combate las desventajas pueden llegar a ser abrumadoras. Como les ha ocurrido a la mayoría de los mercenarios a lo largo de la Historia su capacidad para combatir contra adversarios bien organizados y motivados es reducida. La situación legal de sus empleados es frecuentemente incierta, tanto a la hora de pedir responsabilidades como en el caso de que sean hechos prisioneros. 

Resulta muy difícil integrar a empleados civiles de una compañía privada en una cadena de mando militar, y la unidad de acción se resiente enormemente. Las propias compañías suponen un serio competidor para las fuerzas armadas a la hora de conseguir personal. Precisamente los profesionales que más tiempo y dinero cuesta formar son los que se sienten más tentados por los altos salarios del sector privado.
Pero, por encima de todo, las compañías privadas de seguridad, cuando entran en los ámbitos de enfrentamiento habitualmente reservados a los ejércitos, ponen en peligro el principio de monopolio de la violencia sobre el que se han construido los Estados. Si se repasa la Historia, los ejércitos privados surgen cuando los ejércitos regulares flaquean, y empiezan a ser incapaces de cubrir sus misiones naturales. Y el resultado de los sucesivos períodos de auge de los ejércitos privados termina siempre en el caos. 


Los ejércitos nacionales, de los que somos herederos surgieron en gran medida como reacción a la hecatombe que los mercenarios provocaron en el siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, en la que algunas regiones de Europa Central quedaron devastadas de una forma que no se ha vuelto a repetir, ni siquiera en la II Guerra Mundial.

A
sí pues es preciso mantener cierta cautela respecto a la participación de empresas privadas de seguridad en las operaciones militares. Probablemente en algunos aspectos será inevitable, pero en muchos otros no es deseable. Por eso resulta llamativo observar en ocasiones el entusiasmo de algunos profesionales de la milicia por la incorporación de empresas civiles a las operaciones militares, quizá entendido como un signo de modernidad.

Se trata de un fenómeno un tanto surrealista. Casi tanto como la imagen de una compañía discográfica alentando la comercialización del grabador de CD.